Por Vito Amalfitano
El caso del futbolista marplatense Matías Soule, de tan solo 15 años, que podría dejar Vélez por la patria potestad para pasar a Genoa de Italia, reavivó una situación que de forma urgente debiera atender la FIFA, y para lo cuál la AFA tendría que hacer la presentación correspondiente, como probablemente otras federaciones.
Independientemente del repudio a las supuestas amenazas denunciadas por la familia del chico, cabe preguntarse, por su caso y otros similares, si es bueno para el pibe y la familia una contratación tan prematura desde el exterior.
Colisionan aquí, además, algunos derechos. Por un lado, el de la libertad de trabajo. Pero también la necesidad de no fomentar el trabajo infantil.
Los antecedentes indican que la mayoría de los chicos que se van prematuramente, sin la maduración de la formación en su hábitat, vuelven frustrados, sin alcanzar el éxito esperado.
También hay antecedentes de malos manejos en particular de algunos clubes, como justamente Genoa de Italia, que arreglan con padres y no con clubes, con promesas de ventura improbable.
Aquí, además, hay un perjuicio manifiesto a Vélez,-que lo aloja en su pensión y lo contiene, desde todo punto de vista-, sino también y fundamentalmente a los clubes marplatenses que se encargaron de la formación inicial de Soule, Argentinos del Sud y mucho más Kimberley, que le abrió la puerta a la posibilidad de crecer en el club de Liniers, después de darle todo lo que necesita para su preparación.
El derecho de formación ha sido un gran logro en la legislación internacional en favor de los clubes. Estas intervenciones de algunas entidades pasando por encima este instrumento y apelando a la patria potestad, no solo pone en peligro el futuro de los chicos sino, en este caso, el del crecimiento de los clubes del interior que apuestan por un buen trabajo de inferiores que le de a los pibes contención en su casa, en su ámbito, con su gente.
Esos clubes del interior que, como Kimberley, por ejemplo, priorizando el desarrollo profesional de los chicos, los cede a entidades de Buenos Aires con un convenio de futuros ingresos por una futura venta. Ese contrato contempla un ingreso minoritario para el club del interior que lo formó, pero ingreso al fin, que ayuda al trabajo que sigue llevando adelante con los pibes.
Teniendo en cuenta que se podría hoy apelar a la patria potestad hasta los 18 años, incluso con contrato firmado del jugador, se hace imperiosa una actualización de la legislación y la intervención de la FIFA, sin colisionar derechos. En resguardo de los clubes que forman futbolistas desde lo deportivo y humano, y fundamentalmente del futuro de los chicos, para evitar exilios y frustraciones prematuras.
@vitomundial